jueves, 31 de enero de 2008

CONVENTO Y CLAUSURA.


Continuando en el mismo periodo de la historia, que el artículo anterior, podemos ver como se da una gran contradicción dentro de la iglesia católica respecto a su postura de sometimiento hacia la mujer. Dejando espacios que anteriormente eran abiertos como los monacatos femeninos, reprimiéndolos inventando la clausura. El ‘arma’ que utilizó la jerarquía eclesiástica masculina para acabar con el espacio de autonomía y cultura en el que se habían convertido, durante la Edad Media, los conventos femeninos, fue la clausura.

El monacato fue uno de los espacios que se abrieron para las mujeres, aunque entendido de varias formas porque, por un lado, estuvo tutelado por las jerarquías eclesiásticas masculinas como algo subordinado y poco satisfactorio, mientras que otras lecturas históricas realzan el importante papel que tuvieron para los mujeres estos centros como lugares frecuentados por mujeres de la aristocracia y de la realeza; refugio también de mujeres maltratadas, de niñas huérfanas: un lugar, en definitiva, de educación y de acogida.

En la Edad Media la Iglesia es la institución con más peso político y cultural, y el monasterio es, precisamente, un lugar de prestigio y no un espacio cerrado y claustrofóbico como sería después, durante el Renacimiento y el Barroco. Efectivamente, es paradójico que un espacio segregado sirviera de cauce para la cultura: las monjas eran copistas, pero al mismo tiempo elaboraron productos culturales muy interesantes y accedieron al conocimiento de su época. Estamos hablando de un momento en que no había escuelas o eran escuelas clericales sólo para varones.La vida monástica es reglada, está sometida a una disciplina. En la Edad Media va a haber todo un proceso en el que el disciplinamiento de la monja va a pasar por el sometimiento a la jerarquía eclesiástica y por abrazar una institución fundamental que caracterizará a los conventos femeninos: la clausura.Sin embargo, esta clausura, que supone limitar los movimientos y el acceso de personas del exterior, tardará en aplicarse de forma universal. Por ejemplo, Constanza de Castilla, una monja vinculada a la Corte de Juan II, supo y pudo subvertir estos principios de control que había. La disciplina en los conventos se entiende de una forma mucho más laxa y con más capacidad de autonomía en los siglos XIII al XV que después. Por esta razón, el monacato femenino durante la Edad Media fue un espacio brillante y privilegiado para las mujeres.

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