miércoles, 30 de abril de 2008

¿FEMINISMO BAJO EL FRANQUISMO?


Tras la Guerra Civil comienza el exilio y el silencio para los movimientos de mujeres. Los modelos de relaciones de género implantados por el franquismo fueron comunes a los de los regímenes italiano y alemán.

El feminismo había sido consideraado como algo satánico, antifemenino y antinatural. El hecho de reclamar la igualdad era, para los ideólogos falangistas y la Iglesia, una equivocación, pues el rol de la mujer pasiva había sido creado por Dios.

Poco a poco se fueron publicando libros sobre la situación de la mujer y se tradujeron a grandes teóricas del feminismo internacional. Mujeres como María Laffite, también conocida por María Campo Alange o Lilí Álavarez, ligadas en diferentes momentos de su vida con la ciudad de Madrid, sostienen un discudrso que, aunque limitado, supone un corte con el de la Iglesia y con el del Régimen. También surgieron más tarde asociaciones legales de mujeres (universitarias, separadas y juristas), y organizaciones clandestinas vinculadas a partidos políticos de la oposición.

En la vida cultural madrileña de los años '40, María Laffite publica en 1944 la biografía de la santanderina María Blanchard, y en 1948 la obra: "La secreta guerra de los sexos", un ensayo que alude al triunfo de lo viril en la historia. No se trata de un manifiesto feminista, pero reanuda la cuestión que había sido olvidada desde décadas atrás.

Vemos entonces, que también en los años '50 surgen dentro de la Iglesia algunos grupos que divergen de los ideales franquistas, por ejemplo, dentro de la Acción Católica, y especialmente dentro de la Acción Católica Universitaria, surge un discurso que busca un nuevo horizonte y nuevas identidades. No estamos hablando de feminismo pero sí de "promoción de la mujer".

MUJER Y LITERATURA DURANTE LA DICTADURA


Algunas de las escritoras de la época franquista podríamos considerarlas como pertenecientes a un sector de "rebeldes". Ellas cuestionan la realidad que vive la mujer bajo el Régimen e intentan que salga de aquel ostracismo.

Una de las variantes es la biografía novelada, como Doña Jimena Díaz de Vivar, gran señora de todos los deberes (1960), publicado por María Teresa León, la cual se sentía intimamente ligada a la ciudad de Burgos y que durante su estancia en Madrid ejerció el cargo de secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas en plena guerra, además de coofundar El Mono Azul.

Otras escritoras sufrieron prisión por expresarse contra el Régimen, algunas de ellas militantes feministas, como Soledad Real, comunista que sufrió condena en, entre otras cárcles, Ventas y que una vez en libertad y establecida en Madrid continuó su lucha.

En los años '50 algunas mujeres poetas se incorporaron a la vida cultural adoptando una posición crítica como la de la madrileña Gloria Fuertes, quien organizó la primera biblioteca Infantil Ambulante para poder llegar hasta los pueblos pequeños.

Se publicaron grandes novelas entre 1940 y 1960 de mujeres de la generación de las rebeldes, que, sin hacer mucho ruido, esos libros pretendían aproximarse al dolor que se escondía en aquellas almas femeninas de la época franquista. Un buen ejemplo es la obra Entre visillos (1958) de la salmantina Carmen Martín Gaite.

LA POLÍTICA DE GÉNERO FRANQUISTA


El Régimen realizó una construcción y negociación del modelo ideal de mujer, creó un modelo cristiano-católico de género en el que la mujer debía ser una persona austera, púdica, pasiva y servicial. La vida de la mujer estaba orientada al matrimonio, donde el noviazgo era un ensayo para éste, y a la maternidad.

El "Nuevo Estado" hizo una política de género, construyó asimetrías entre hombres y mujeres mediante estatutos simbólicos. Ya desde la guerra, en 1938 se establece el Fuero del Trabajo (copiado de la Carte del lavoro de Mussolini), indicando para las mujeres que "el estado libertará a la mujer casada del taller y de la fábrica"; en cambio, más adelante la sociedad de consumo provocaría el recurrir a la mano de obra femenina, ya que resultaba ventajosamente más barata. Lo cierto es, que todabía a finales de 1975 las mujeres no eran iguales que los hombres, aún ellas seguirían en desventajas frente al mercado laboral como por ejemplo acceder a algunos empleos públicos. Si estaban casadas y el régimen económico del matrimonio era de sociedad de gananciales, los salarios de ambos eran bienes gananciales cuya administración, hasta 1981, perteneció al marido.

En aquel Estado fascista y "necesariamente católico", "las admirables madres españolas" eran las conservadoras del "espíritu hispánico". Se crearon los "Estudios femeninos y del hogar" para "encauzar la corriente de estudiantas, apartándolas de la pedantería feminista de Bachilleras y universitarias"(J.PEMARTÍN, Qué es "lo nuevo", 1940). Según Pilar Primo de Rivera, la mujer podría ser un "árido producto intelectual" y eso había que impedirlo.

También podemos ver como durante los primeros años del franquismo, se consideraba que el cine era inmoral, estar en la playa sin abornoz era inmoral, etc, cualquier diversión para la mujer pecaba de ser inmoral. A finales de los '50, los manuales de divulgación sobre los comportamientos de al mujer se siguen publicando, pero desde varias fuentes se empiezan a elaborar respuestas.

Los derechos de la mujer que trabaja y las respectivas reformas en los códigos empiezan a coger fuerza en los '60, aunque de forma muy gradual y bajo el impulso de asociaciones de mujeres juristas y organizaciones católicas. Aún así, la estructura del estado franquista permaneció prácticamente intacta hasta la muerte del dictador.

MUJERES BAJO EL RÉGIMEN FRANQUISTA, OLVIDADAS.


Desde la dictadura franquista hubo un sector que fue doblemente olvidado, el de la mujer, la gran desterrada y silenciada. "La mujer debía renunciar a lo que fue, y a lo que pudo haber sido".
Iglesia y Sección Femenina, entre otras instituciones, "reeducaron" a la mujer indicando que su lugar únicamente estaba en casa, ella sería: "ángel del hogar" , "descanso del guerrero", "la perfecta casada". Algunos de los máximos represores e ideólogos fueron el sacerdote García Frijá y Pilar Primo de Rivera, Iglesia y Sección Femenina respectivamente, ambos en contínua colaboración para dejar constancia, entre otras aberraciones que, como aquél decía : las presas eran "escoria", y eso significaba "mierda".

Aún así, hubo muchas mujeres que no se sometieron y siguieron luchando, pero su papel ha sido condenado al olvido. Escaso ha sido el trabajo por recordar la lucha de la mujer contra el fascismo, en La voz dormida, de Dulce Chacón, podemos ver el intento de ésta por reunir testimonios orales sobre la historia de esas mujeres oprimidias y olvidadas.

Por todas las mujeres antifascistas debemos recordar las palabras de Julia Conesa en la cárcel de Ventas el día de su fusilamiento: Que mi nombre nos se borre de la historia.

( Basado en el texto de Dulce Chacón: La mujer y la construcción del olvido).

miércoles, 9 de abril de 2008

La mujer trabajadora castellana en la II República

El estado español comienza con una fuerte crisis economica y una gran inestabilidad politica que hace que en 1923 se implante la dictadura militar de Primo de Rivera, en la cual se suprimen derechos y libertades a los trabajadores de las diferentes naciones, pero que tras una supuesta "estabiliadd politica", no tarda mucho en venirse abajo debido a la dificil coyuntura económica y al aumento del republicanismo español, esto hace que Primo de Rivera presente su dimisión al rey, y el rey español para buscar una solución a la nueva situación politica decide establecer la constitución y hacer unas elecciones municipales que daran el poder a las candidaturas republicano-socialistas-españolas en las grandes ciudades y capitales de provincia y provocando manifestaciones a favor de la Republica Española y en contra del rey español, es lo que hace abandonar a Alfonso XIII el poder y que se proclame la II Republica española, y en este nuevo contexto politico la situación de la mujer era como le vamos a relatar ahora.



En 1930 5 de cada 6 mujeres realizaban las tareas del hogar única y exclusivamente. La tasa de analfabetismo era mayor que la de los hombres, superior al 50%. No existían escuelas infantiles donde las mujeres pudiesen dejar a los niños durante su jornada laboral. A todo esto a la burguesía le interesaba mantener a la mujer entre las cuatro paredes del hogar. Conforme se iba desarrollando el proceso de industrialización y urbanización, las mujeres jóvenes y solteras emigraban a la ciudad buscando un empleo remunerado y una independencia económica difícil de encontrar en el campo.
En 1930 la población activa femenina era del 24% sobre el total. El 80% de estas mujeres eran solteras y viudas. Cuando el marido moría la mujer se veía obligada a trabajar para sacar adelante a sus familias, porque no existía ningún tipo de pensión de viudedad. Por otra parte las mujeres casadas se encontraban con más dificultades: había leyes que dificultaban su acceso al trabajo, necesitaban tener permiso del marido para poder trabajar, no podían disponer libremente de su salario, y si el marido se oponía a que la mujer cobrase el salario, lo podía cobrar él directamente.

Esperanzas en la II República

El 1 de Octubre de 1931, las cortes Constituyentes de la II República aprobaron el sufragio femenino de 161 votos a favor y 121 en contra, por lo que el artículo 36 de la constitución quedo asi " Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años, tendrán los mismo derechos electorales, conforme determinen las leyes. Destacar entre otras mujeres castellanas a Clara Campoamor en su lucha por el sufragio femenino. En 1932 se aprueban la Ley de Matrimonio Civil y la Ley del Divorcio.

En 1935 se decretó la abolición de la prostitución reglamentada. Se prohibió contratar mujeres en trabajos considerados como peligrosos o duros y que pudiesen minar su salud o su futura maternidad. .

Otro problema constante era la discriminación salarial que sufrían las mujeres, algo que continúa en la actualidad. A pesar de todo, sí que se consiguieron derechos importantes para las trabajadoras con hijos, por ejemplo la Ley de Maternidad, que regulaba por primera vez el período de lactancia, el tiempo de baja por maternidad, etc.

La mujer castellana participa en las luchas obreras
En 1932, el 97,1% de las obreras participaron en huelgas junto con el 95,2% de los obreros, y en 1934 más del 50% de las horas perdidas en huelgas, lo fueron en el sector textil, confección, alimentación y tabaco, sectores donde predominaba la mano de obra femenina. Además las amas de casa durante todo este período protagonizaron multitud de luchas y manifestaciones, sobre todo contra la carestía de la vida, una constante en estos años, especialmente cuando subía el precio del pan, que era el alimento básico de las familias obreras, y que, entre 1931 y 1934, fue objeto de numerosos incrementos debido a la escasez de cereales producida por las malas cosechas. En Madrid por ejemplo las mujeres asaltaron los mercados de abastos.
Politización creciente

En el Congreso de la UGT de 1932 se aprobó bajar la cuota para la mujer como una manera de facilitar su afiliación, debido a la inferioridad de sus salarios, se incluye en su programa la consigna "A igual trabajo, igual salario". No obstante, en el PSOE existían sectores que tenían una enorme confusión respecto a la cuestión de la mujer, aunque su programa parlamentario publicado en julio de 1931 sí incluía: "La igualdad de derechos entre uno y otro sexo"; defendía la necesidad de "creación de guarderías" y "la consecución de todos los derechos femeninos incluido el derecho al trabajo y esto solo se conseguiría completamente con la implantación de la sociedad socialista", (Programa Parlamentario del PSOE, julio 1931).En lo referente al derecho al voto de la mujer existían serias discrepancias. Indalecio Prieto y Margarita Nelken, entre otros, se oponían, porque pensaban que la mujer aún no estaba preparada para tal responsabilidad y concedérselo sería dar más votos a la reacción.